La vida puede ser difícil. Incluso cuando has planificado todo considerando hasta el más mínimo detalle, la vida te puede arrojar algunas bolas curvas que te hacen repensar todo lo que has planificado para el futuro. A veces, es frustrante enfrentar situaciones que no pensabas que te podrían ocurrir y que muchas veces no quieres enfrentar. Esas situaciones te hacen pensar y cuestionar.
Usualmente, la primera pregunta que me hago en tiempos difíciles es si todo realmente sucede por alguna razón. La gente lo dice todo el tiempo, pero ¿y si no es cierto? Para encontrar la respuesta a esto, tuve que mirar atrás a los obstáculos que enfrenté en el pasado y lo que surgió de ellos. ¿Hubo algún resultado positivo al enfrentarme con los momentos más inesperados de la vida?
Todos tenemos que responder esto por uno mismo, pero para mí, siempre me ha parecido que incluso las peores situaciones ocurrieron por alguna razón. Cada una de ellas trajo una lección algunas gratificantes y otras no. Siempre hay algo que podemos aprender de la vida, especialmente cuando no sabes lo que está sucediendo o por qué está sucediendo algo. Esto es lo que he ido aprendiendo de mi pasado según he ido creciendo. Si creciendo en experiencia, sabiduría, en los retos de la vida y en el camino que he decidido seguir. Cada paso que damos nos lleva a nuevos aprendizajes y nuevos retos.
Los desafíos crean crecimiento, cuando tengo una rutina diaria que sé que puedo completar fácilmente al final de cada día, me siento en conflicto. Por un lado, es genial tener confianza en lo que puedo lograr, pero, por otro lado, la vida se siente estancada, tal vez podría decir sin ganas de. La única forma de experimentar un verdadero crecimiento personal es aceptar lo desconocido en la vida o enfrentarlo como decía mi padre “con los pantalones bien puestos”.
En un momento, un cambio en la visión de lo que quería hacer en el aspecto profesional interrumpió mi rutina diaria. Decidí dejar mi empleo y tuve que reestructurar todo y trabajar en algo nuevo todos los días. A pesar de que pude haber permanecido en mi antiguo puesto y permanecer en ese nivel de éxito, decidí probar algo nuevo y crecer a partir de él en el proceso.
La perseverancia construye fuerza la mejor manera de convertirse en una persona más fuerte es mirar lo que la vida te presenta y superarlo. Cuando terminaba la universidad, tenía que escribir mi tesis. Todos hemos pasado por diversas situaciones difíciles que debemos actuar ante ellas. Cuando decidí continuar mis estudios postgrado me encuentro con un diagnóstico inesperado. En lugar de perder la cabeza, decidí poner en pausa por unos días la manera en que iba a manejar esto y la importancia de cuidarme primero.
La positividad cosecha recompensas las situaciones inesperadas de la vida no siempre son malas. Mira también los buenos momentos para aprender algo que puedas aferrarte en el futuro. Si está teniendo un mal día, celebra las cosas pequeñas: tal vez puedas conducir a casa sin tráfico o encontrarte con un hermoso atardecer. Pensar positivamente después de que han sucedido cosas inesperadas es algo que puedes convertir en un hábito. Tu mereces recibir bondad, alegría, bienestar en tu vida, y ninguna otra persona que no sea tu puede saber por lo que pasas o sientes, sin embargo, pueden ofrecerte aliento y positivismo.
Para aquellos que no pertenecen a una religión en particular, puede sonar un poco cursi decir que todo sucede por alguna razón. Aunque es un cliché, he descubierto que es cierto en mi propia vida. Siempre hay algo que puedes aprender de lo inesperado para que puedas seguir creciendo como persona y convertirte en la mejor versión de ti mismo.
Una rutina es algo que haces porque el acto de hacerlo es bueno para ti o previene algo malo que te pueda ocurrir. Una práctica, por otro lado, es algo que haces para mejorar en algo. Si tienes una práctica de yoga, quizás ganes flexibilidad, equilibrio o fuerza (o las tres). Con la meditación, el objetivo no es mejorar en la meditación; practicamos la meditación para mejorar en la vida. Una práctica de meditación puede ayudar a mejorar el enfoque y el estado de ánimo, aliviar el estrés, mejorar el sueño y muchas otras cosas.
Entonces, una práctica es mejor que una rutina, ¿verdad? De ningún modo. Las rutinas son importantes: imagínate lo que sucedería si no continuaras con tu rutina de cepillado de dientes o de ejercitarte para mantenerte saludable.
Necesitamos rutinas y prácticas ambas las rutinas y las prácticas son necesarias. Es importante hacer la distinción es donde algo podría ser una rutina o una práctica, y solo tu debes decidir cuál es la actividad y enfocarte en consecuencia. Una de las cosas buenas de las rutinas es que no tienes que pensar mucho en ellas. Tal vez a veces consideres cambiar tu pasta de dientes o cambiar las marcas de cepillo de dientes eléctrico. Pero día a día, el cepillado de dientes es probablemente algo que haces. Y lo necesita: ninguno de nosotros tiene el tiempo o la energía para centrarnos en todos nuestros hábitos saludables. Si debemos enfocarnos en aquellas actividades que nos harán mejores personas, que nos den bienestar físico y emocional, que reflejen lo que verdaderamente somos únicos e irrepetibles y nos alejemos de los convencionalismos que muchas veces la sociedad a través de los medios quiere que pensemos que somos.
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